LOS ESPÍAS NO HABLAN
Diez años de investigación
Karel Holemans falleció en Tarragona en 1979, enfermo y pobre de solemnidad. Había dejado de pintar hacía muchos años por sus problemas de visión.
El tabaco y una vida de excesos y dificultades le habían conducido a una muerte prematura.
Sin embargo, las historias que ocasionalmente evocaba describían unos años de aventura y de éxito artístico que no encajaban con la evidente decadencia física y económica en la que se encontraba.
Su hijo Carlos tenía 16 años en el momento de la muerte de Karel y siempre entendió que la vida de su padre ocultaba muchos misterios.
Al cumplir 48 años, Carlos Holemans inició una investigación que le llevó a archivos de Bélgica, España, Reino Unido, Alemania, Portugal y Rusia.
Durante diez años trabajó con historiadores que le ayudaron a rastrear documentos escritos en francés, neerlandés, alemán y ruso.
Leyó miles de documentos en inglés, español y catalán acerca de los servicios secretos alemanes y aliados.
Interrogó a docenas de personas que, de un modo u otro, tuvieron relación con su padre tanto en Bélgica como en España.
Unos no querían hablar. Otros llevaban décadas esperando a que alguien les preguntara.
Tras diez años de investigación, Carlos Holemans pudo por fin contarle a su madre quién era realmente el hombre con quien ella se había casado.
En las vidas de los agentes secretos sólo hay una cosa que puede afirmarse con certeza:
Los Espías no Hablan.